A raíz de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, Estados Unidos y sus socios de la Organización del Atlántico Norte (OTAN), así como la Unión Europea, anunciaron una serie de sanciones contra el gobierno de Moscú, con el fin de afectarle su economía.
Pero que ocurre, Rusia está siendo sancionada por los mismos países que destruyeron Belgrado, en la ex Yugoslavia, a Irak, Afganistán, y los que bombardearon a Trípoli, la capital de Libia, para derrocar al gobierno del extinto Muamar Gadafi.
Irak fue invadido en el año 2003 por varios países encabezados por Estados Unidos, con el argumento de eliminar armas de destrucción masiva, que luego se comprobó que no existían.
Durante la ocupación de ese país árabe fue ahorcado el presidente Saddam Hussein por los mismos actores que hoy acusan a los rusos de cometer crímenes de guerra.
Los rusos no son buenos, pero los que los adversan no son mejores, y solo se trata de un asunto de pura hipocresía.
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Sus rivales condenan el encarcelamiento de un periodista estadounidense en Moscú, pero cierran la boca por el arresto en Polonia (miembro de la OTAN) del reportero español, Pablo González, acusado de espionaje en favor del Kremlin.
Los países de la OTAN son todos invasores, con excepción de unos pocos, pues debemos recordar que Inglaterra tiene ocupadas a las islas Malvinas, reclamadas por argentina, y que Francia ocupó gran parte de los países africanos.
Todos debemos condenar la ocupación de Ucrania, pero no podemos tener «invasores preferidos», que le tiran «leña al fuego» para sacar provecho de la venta de armas y tener más dominio en la geopolítica.