Puede decirse que la pérdida de la inocencia del director del COE se ha producido con la decisión de politizar sus funciones y sólo eso obliga a su dimisión.

Como es lógico suponer que en circunstancias como estas las ayudas provienen del Gobierno y de personas de la población que entienden no tendría uso político, sería un fallo ético si no se actuara con el mayor cuidado.

Por tanto, ese camino de expresiones exageradas que ha propagado en medio de la desgracia dejada por Fiona, y que el Gobierno está en el deber de atender, en particular la distribución de las ayudas, terminarían donde nadie podría sospechar porque enfrentarían y confundirían a los propios damnificados y a la sociedad en general.

El problema de ese discurso del ex- general Méndez García es que si a él se le hurga en el pasado es que siempre estuvo apegado a su disciplina militar, a la defensa y atención de los damnificados, a mantener las alertas,colorear estas en las provincias y a refugiar a los vulnerables en albergues adecuados, sin embargo, ahora su desempeño tiene matiz político y obrará con vigilada imparcialidad.

Este hombre discreto y hasta cierto punto esencial, que renunció a su condición de militar activo, le ha dado un giro brusco a su hoja de vida aún camuflado de traje militar, vaya donde vaya, cuando se ha labrado una excelente reputación entre sus colegas que han compartido tareas de prevención y rescate.

Ahora parece que bizquea ante la cercana y cálida presencia del Presidente en las labores de reconstrucción provocando que el ex-general se haya ”mojado demasiado”.

Pienso que un funcionario como él que hay que reconocerle la inigualable habilidad para caer bien a todo el mundo, debió terminar su jornada, esperar hasta afianzar su influencia, y agradecido de la distinción conferida por Abinader, brindarle su incondicional apoyo. Pero ante su inesperada “ráfaga de viento reeleccionista”, debe renunciar.