El amplio rechazo al proyecto de ley de trata y tráfico de personas ameritaba la dosis de sensatez exhibida por el presidente Luis Abinader al retirarlo para revisarlo.

Hubiera sido una tozudez o una deplorable muestra de servilismo insistir en una pieza polémica, que no concuerda con el sentir de la población.

Esos aspectos controversiales, que se entiende laceran el interés nacional, tienen que ser eliminados. Mucho se habla de que la soberanía y la independencia están por encima de acuerdos internacionales. Abinader instruyó retirar el proyecto para, como debe ser, buscar el consenso necesario.

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El proyecto de ley de explotación y tráfico ilícito de migrantes obedece a un convenio suscrito en 2007, pero desde entonces hasta diciembre de 2022 había permanecido engavetado.

Al presentarse al Congreso se levantó la polvareda que obligó a que el Gobierno lo retirara.