Por Ernesto Guerrero
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Obtener una prueba de PCR es una odisea, en ocasiones con resultados contraproducentes para muchos de los solicitantes. Para yugular la epidemia actual, las autoridades deberán emplearse en multiplicar el número disponible, así como establecer nuevos protocolos y definiciones que permitan optimizar y eficientizar su utilización.
Los laboratorios reciben solicitudes de pruebas de covid19, bajo las siguientes condiciones: Con fines diagnósticos o para una intervención quirúrgica; comenzar o mantener un trabajo; ingresar a un centro educación; confirmar signos y síntomas; prueba rápida previa, contacto con alguien contagiado, o simplemente apaciguar dudas.
Bajo las condiciones de los laboratorios, los resultados de una prueba PCR no son confiables y tampoco ofrecen el beneficio para contener la infección en ninguna de las condiciones anteriormente mencionadas. Hay que considerar: Errores en toma y procedimiento de la muestra, tomas fuera del tiempo recomendado (solo válida en primeros 10 días infección). En cambio, muchas personas que acuden a los atestados puestos sin guardar el debido distanciamiento, terminan contagiándose.
Para contener la transmisión, se requiere aumentar y descentralizar, el número de laboratorios y pruebas de PCR. Establecer una definición para el manejo sindrómico de los casos. Dos o más síntomas, que incluyan: fiebre, pérdida olfato, y/o cambios radiológicos, considerarlos positivos para su manejo y reporte. Igualmente, descontinuar las pruebas de PCR en pacientes asintomáticos después de la tercera semana.
Priorizar las pruebas de PCR en los febriles y todos sus contactos, utilizando el sistema de “pooling” (Procesar en laboratorio cinco o más especímenes al mismo tiempo). Exigirles guardar cuarentena hasta tener resultados, que no deberán exceder los tres días. Las pruebas serológicas utilizarlas en grupos específicos para obtener información epidemiológica sobre la situación y tendencia de la infección.
Fortalecer las direcciones provinciales salud para que recluten y capaciten un investigador de contacto por cada 10 mil habitantes.