Opinión Testigo

Techo sobre la conciencia

Techo sobre la conciencia

José Antonio Aybar

A una semana y días del desplome del techo de la discoteca Jet Set, el país sigue cubierto por el manto negro del luto.

Un duelo por las 231 vidas perdidas, por los heridos, por los deudos, por una tragedia que, como muchas otras en nuestra historia reciente, pudo evitarse.

El dolor es nacional, y el eco de la desgracia aún resuena en cada rincón donde alguien pregunta: ¿Cómo fue posible?.

La madrugada del martes 8 de abril no sólo despertó al país con la infausta noticia de una catástrofe: fue también un crudo recordatorio de las consecuencias de la negligencia, del descuido institucional, y del hábito de dejarlo todo al azar.

Cientos de personas acudieron a disfrutar del merenguero Rubby Pérez sin imaginar que la noche terminaría en tragedia. La música cesó, el estruendo del concreto marcó el final de vidas inocentes, y con él cayó también la ilusión de que vivimos en un país donde se vela por la seguridad de los ciudadanos.
Hoy, con los primeros pasos legales emprendidos por familiares de las víctimas, la justicia parece moverse, empoderada por el clamor de una sociedad expectante. Pero no basta con eso.

Se espera que este no sea otro caso que se disuelva en el tiempo, entre papeles archivados, promesas vacías y culpables sin rostros.

Lo que se desplomó no fue solo un techo: se desplomó la confianza. Y cuando eso ocurre, no hay estructura que aguante. En medio de tanto dolor surgen voces que piden rueden cabezas, otras piden justicia. Esta tragedia no puede quedar en el olvido, ni en el terreno pantanoso de la especulación. Debe marcar un antes y un después en la manera en que se aprueban, supervisan y permiten actividades en espacios públicos.

El techo cayó sobre una discoteca, sí, pero también cayó sobre toda una sociedad. Y ahora, nos toca a todos levantar lo que quedó… con justicia como única base sólida.