Reportajes

Tropas de EU trataron  de acabar  revuelta el 15  de junio de 1965

Tropas de EU trataron  de acabar  revuelta el 15  de junio de 1965

Las tropas estadounidenses lograron en menos de dos horas avanzar en varios bloques hacia Ciudad Nueva durante los enfrentamientos del 15 junio en la Guerra de Abril de 1965 y la rapidez del avance y la aparente desintegración de las fuerzas rebeldes en el frente tentaron a los comandantes de la acción, general Hugo Panasco Alvim y comodoro Robert York, de empujar todo el camino hasta la fortaleza Ozama.

Sin embargo, la oportuna llegada del comandante de las fuerzas estadounidenses Bruce Palmer Jr., al parecer por órdenes de Washington y para evitar una masacre, impidió tal acción.

La intención de Alvim y York, que de haberse concretado hubiese terminado en una matanza de constitucionalistas,  se revela en el libro “Abril los 5 días decisivos”, de mi autoría, que será publicado el próximo mes.

Alvim y York no perdieron la oportunidad de tomar dos bloques adicionales, aprovechando que Palmer se había retirado de la escena hacia la embajada de Estados Unidos en un jeep sin radio y que no podía ser contactado.

En su avance las tropas estadounidenses llegaron hasta la calle General Cabral por la Arzobispo Meriño, donde instalaron un campamento en un edificio de cuatro pisos que queda en esa intersección.

La lucha continuó un día más, pero no hubo avances por parte de la  Fuerza Interamericana de Paz (FIP).

El  ataque, según documentos de la CIA, era con el objetivo de proporcionar una mayor seguridad para la planta eléctrica de El Timbeque, ubicada en la margen occidental del río Ozama, cerca del sector de Santa Bárbara, que, aunque controlada por la 82 división del ejército estadounidense, era vulnerable a ataques de los constitucionalistas. Antes, a mediados de mayo, el general Palmer Jr había considerado el uso de la fuerza militar para impulsar más las líneas, pero en cambio decidió negociar con los constitucionalistas en un intento de lograr el mismo objetivo.

El 10 de junio, sin embargo, las negociaciones se vinieron abajo cuando los rebeldes rechazaron las propuestas para extender la línea de seguridad de la FIP.

Fue una decisión trágica para la parte de los constitucionalistas. En pocos días, Palmer pudo obtener su línea de seguridad nueva en la batalla más sangrienta de la intervención de las tropas estadounidenses contra las fuerzas del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Oficiales FIP y funcionarios estadounidenses en Santo Domingo habían previsto algún tipo de actividad militar de los rebeldes el 14 de junio, un día en que se recordaba en Ciudad Nueva la caída de los combatientes antitrujillistas del 14 de junio de 1959. Esa noche, un breve tiroteo se desató después de que un grupo de rebeldes disparara contra una posición de Brasil, pero era un ataque insignificante, al parecer, no autorizado por Caamaño. Un coronel rebelde se disculpó más adelante con los brasileños y  prometió llevar a un consejo de guerra a los promotores, lo que generó especulaciones acerca de la moral de los rebeldes, la unidad y frustraciones.

La discordia en el campo constitucionalista y la incapacidad de Caamaño para controlar a sus fuerzas descentralizadas fue lo que probablemente llevó a algunos grupos rebeldes para disparar contra las posiciones de EEUU y Brasil.

Las unidades de la FIP  atacadas fueron las de los batallones 505 y 508, las  que  devolvieron el fuego.

Pero cuando el batallón 505 sufrió un  ataque siniestro, los paracaidistas respondieron por sus pérdidas. El fuego entre ambos bandos se fue intensificando y en un plazo de dos horas se produjo una batalla campal.

La 82 división rápidamente ideó un plan para limpiar la zona de los rebeldes. El batallón 508 lanzó el ataque, con el apoyo del segundo batallón que se trasladó hacia el sur en territorio rebelde, aunque con una fuerte resistencia por parte de los rebeldes, destacándose en esas acciones los combatientes del comando de Poasi, el poderoso sindicato que agrupaba a los trabajadores de los puertos. También del comando de Pichirilo y el comando de San Antón, dirigido por Eliseo Andújar (Barahona), y Federico Orsini (Fico).

Según reportes estadounidenses, las tropas de la 82 D sufrieron 31 heridos, tres de los cuales murieron poco después. Los brasileños, que tenían órdenes de permanecer a la defensiva, sufrieron cinco heridos.

Fuentes de Estados Unidos estiman las bajas rebeldes en 99 muertos y más de 100 heridos. (Algunas fuentes llegaron a colocar las bajas rebeldes, entre ellos civiles, a 300.)

Como resultado de los combates, las tropas de Estados Unidos ampliaron el área del cordón de seguridad a una treintena de bloques cuadrados.

Cuando el equipo de observación de Naciones Unidas en República Dominicana reclamó el retorno al status quo de antes, el jefe de la FIP, el brasileño Alvim, se negó.

La retención de los nuevos puestos redujo el bastión rebelde y dio mejor seguridad a la central eléctrica.

En cuanto a los rebeldes, después de la lucha del 15-16 de junio se mostraron renuentes a atacar las posiciones de Estados Unidos.

Los maltratos recibidos por los constitucionalistas el 15 los hizo más susceptibles a una salida negociada del conflicto, en tanto,  endureció la determinación del Gobierno de Reconstrucción Nacional para obtener el reconocimiento como Gobierno provisional.

UN APUNTE

Cordón de seguridad

Las fuerzas estadounidenses establecieron un cordón de seguridad que dejó aislados en el Sur de la capital dominicana a los constitucionalistas.

La razón principal del corredor fue proporcionar a la 82D una ventaja en un eventual ataque total contra los rebeldes. Como Palmer señaló posteriormente: “Las fuerzas que  establecieron la zona de seguridad podrían haberse desplazado hacia el sur. Tal acción habría roto a tiempo la rebelión y se hubiese restaurado la ley y el orden sin demora”.

 

El Nacional

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