Editorial

Un despropósito

Un despropósito

El Gobierno no ha revelado el objetivo que persigue con la entrega de un denominado “carnet de habitante fronterizo” a ciudadanos haitianos que participan en los mercados binacionales que operan en las cuatro provincias fronterizas.

Ese programa, cuyo plan piloto que se ejecutaría en Pedernales fue suspendido abruptamente, implica dotar de un documento oficial a miles de extranjeros que ingresan por la frontera terrestre para comprar o vender artículos diversos, aunque se ignora si cuenta con la aprobación del Gobierno  haitiano.

 Por lo que ha dicho el director general de Migración, Enrique García,  se interpreta que ese carné tendría el efecto de un visado restringido a la zona limítrofe, con duración de 24 horas y renovable cada día aunque el beneficiario no podría pernoctar en territorio nacional.

El depositario de ese documento podría recorrer los 390 kilómetros  lineales de frontera, que incluye las provincias de Pedernales, Independencia, Dajabon y Montecristi, pero se ignora cuales herramientas emplearían las autoridades para evitar que crucen o pernocten en comunidades vecinas.

García dijo a Listín Diario que la distribución de carnés a haitianos fue suspendida “por el momento” debido “a la situación socioeconómica que vive  ese país”, pero  dijo que ese programa estaba previsto a iniciarse  el 27 y el 28 de enero, por lo que huelga preguntar si para esa fecha el escenario del vecino era diferente.

¿Para qué sirve ese carné? ¿Acaso para identificar a los mercaderes haitianos? Resulta que la mayoría de los ciudadanos carecen de documentos de identidad  porque el Registro Civil en Haití es virtualmente inexistente, por lo que sería muy difícil comprobar datos referidos a nombre, apellido y dirección de esas personas.

Lo que sí debería advertirse es que con la entrega de un carnet oficial a extranjeros para que ingresen y pernocten  en territorio nacional, representa una situación de riesgo migratorio por la interpretación que organismos internacionales darían a  esa extraña concesión.

Desde antes de la invasión haitiana que malogró el primer esfuerzo independentista del Santo Domingo español, hace 200 años, se realizan actividades de comercio en la frontera, sin necesidad de otorgar documento para identificar a los mercaderes, por lo que hay motivos para creer que algo huele mal en Dinamarca.

Ha hecho bien el Gobierno en suspender el “plan piloto” de distribución de carnets de habitantes fronterizos, pero se reclama encarecidamente que ese proyecto sea sepultado de manera definitiva y que nunca más se mencione ese despropósito.

El Nacional

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