Editorial

Un peligro mayor

Un peligro mayor

El alza en los precios internos de los combustibles, impactada por el incremento en los precios internacionales del petróleo, se erige como un gran detonante inflacionario y un peligro mayor para la estabilidad macroeconómica.

A pesar de que el Gobierno ha asumido en un mes mil 900 millones de pesos en subsidio a la comercialización de los carburantes, los precios de los tipos de gasolina, gasoil, gas natural y GLP mantienen un sostenido incremento, como se expresa en  las cotizaciones de esta semana con aumentos de hasta cinco pesos el galón.

 Bancos de inversión y agencias calificadoras de riesgo,  como Goldman Sachs, pronostican que el precio del barril del petróleo alcanzaría los 100 dólares durante el segundo trimestre de este año, lo que significaría 38 dólares por encima del cálculo de US$62 previsto en el Presupuesto General del Estado 2022.

La escalada de precios se atribuye a un impacto menor a lo esperado de la variante pandémica ómicron, interrupciones del suministro y déficit de bombeo por parte de la Organización de Países Exportadores (OPEP), lo que ha mantenido en baja la producción aun mayor a lo esperado.

Está a punto de cumplirse el pronóstico de que el precio del barril de petróleo supere los 95 dólares durante el primer trimestre de 2022, tanto el tipo Brent, de referencia para Europa, como el de Texas, que importa República Dominicana, al tiempo que se mantiene la previsión de que alcanzaría los 100 dólares a partir de junio.

JP Morgan advierte que el barril del crudo podría superar los 125.00 dólares este mismo año, debido  a los déficits de capacidad de producción  del grupo de la OPEP + Rusia, además de considerar que es poco probable que ese cártel aumente la oferta del carburante.

Los analistas más moderados en la ponderación del mercado del petróleo sitúan el precio del barril por sobre los 80 dólares, sin tomar en cuenta la crisis geopolítica de Ucrania, la recuperación de las principales economías y la reactivación de la aviación comercial.

Queda claro que los subsidios directos o indirectos no serían remedios duraderos para mitigar los efectos de las alzas internas  en los precios de los combustibles, porque el incremento  en más  de US$5,000 millones en la factura petrolera sería un daño colateral de connotaciones catastróficas para la economía. Un peligro mayor.

El Nacional

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