Este país al igual que la mayoría de las naciones del mundo se encuentra en estos momentos, como consecuencia del Covid-19, en una situación difícil y delicada.
Nadie sabe a ciencia cierta, cuándo, cómo y dónde, se podrá salir de esta desgracia y así poder emprender la senda hacia la recuperación sanitaria, económica y social de manera definitiva.

La situación es preocupante, ya pasamos de los cinco meses con esta pandemia. Las muertes en territorio dominicano sobrepasan las mil 500, los infectados los 90 mil, y lo peor de todo es que el grueso de la población no termina de entender que si no asume con responsabilidad las medidas preventivas señaladas por autoridades sanitarias jamás saldremos de esto.

Han sido más de 150 días de angustia, privaciones, sueños rotos, pérdidas de seres queridos, paralización de la economía y posposición de proyectos de toda índole, y todavía no se sabe cuándo saldrá la tan imprescindible vacuna para yugular esta terrible enfermedad. Hasta el momento aquí todo es oprobio, confusión, tristeza, desolación y lo peor, ya muchos ciudadanos padecen problemas críticos.

De manera que, es necesario que el liderazgo nacional deje de lado sus diferencias políticas, ideológicas, económicas, sociales, religiosas, y se ponga a una para articular un plan de trabajo conjunto que garantice la sobrevivencia de esta media isla del Caribe.

Pero a pesar de todo eso, no nos podemos doblegar ante la calamidad y sufrimiento, hay que trabajar unidos como buenos dominicanos y abrazarnos sin reservas a los tres postulados que están grabados en el Escudo Nacional que rezan: Dios, Patria, Libertad.

Por: Alberto Quezada
quezada.alberto218@gmail.c