El caso de las dos estudiantes de la Universidad Nacional Evangélica (UNE) atropelladas por un minibús cuando trataban de cruzar la avenida Máximo Gómez, próximo a la Kennedy, puede ser un simple accidente de tráfico. Sin embargo, por la temeridad con que se desplazan las unidades el suceso no deja de llamar la atención.
Las voladoras, minibuses y demás transportistas de pasajeros constituyen un verdadero peligro en el anarquizado sistema de tránsito. Sus conductores gozan, al parecer, de una licencia para detenerse donde les plazca a montar o dejar pasajeros. Antes violaban la luz roja como por encanto, pero desde que los agentes de Amet pasaron a controlar las intersecciones esas transgresiones no se contabilizan.
De manera que el triste caso de Crismery Banessa González Féliz, de 20 años, y Crismery Reyes Guzmán, de 26, hay que verlo, sin exagerar la nota, en el marco de la inseguridad y el irrespeto que caracteriza el sistema de transporte. Una pena.