En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre, el movimiento feminista llamó la atención sobre la situación que enfrentan niñas y mujeres a causa de lo que definió como cultura machista. Y criticó que sectores ultraconservadores con vínculos religiosos impulsan, en contubernio con el poder político y económico, formas rígidas y retrógradas de opresión a las mujeres.
Esos sectores -según las feministas- se resisten a los cambios necesarios para garantizar el derecho de la mujer a una vida digna, igualitaria y libre de violencia.
El domingo, cientos de personas marcharon en la avenida George Washington por la honestidad, la paz, la gratitud y la fidelidad en una actividad denominada “Un paso por la familia”.
El obispo Francisco Ozoria, de la arquidiócesis de Santo Domingo, encabezó la caminata de los religiosos, quienes también se oponen a todo tipo de aborto.
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Las expresiones de los católicos son tan respetadas en una nación democrática como las de las feministas.
Los feminicidios y la violencia contra la mujer son dos lacras que no solo condenan las feministas, sino los representantes del catolicismo y otras congregaciones religiosas.
Cada sector tiene derecho a manifestar, que no significa en imponer, sus puntos de vista sobre la violencia contra la mujer y los valores que entiende deben primar en la familia como órgano más importante de la sociedad.