Jugamos a la silla caliente y a otros juegos que cuando pequeños alegraban nuestros días y nos motivaban a ser creativos, sociables, competitivos… Despertamos lo mejor de ese niño que todos llevamos dentro y entre risas, complicidad y trampas, nos llenamos de hermosos recuerdos.

Por ratos olvidé que estaba entre chicas de 30, 40 y 50. Sacamos a nuestra niña a jugar, para reconocer su presencia en nuestro interior, para por un rato centrar nuestra atención en la alegría que vivió esa pequeña y no solo en las heridas y vulnerabilidad.

La actividad fue parte de una terapia para trabajar “el niño interior” y “cultivar la alegría”, en el marco del retiro que ofrece cada año la psicóloga española Gema Adan en la isla Fuerteventura. Excelente experiencia. Digna de repetir.

Bueno saber ¿A dónde quedaron esos juegos? Ahora ni los más pequeños lo practican: la escondida, el pañuelo, la cuerda, el saco…¿Cómo liberan ahora los niños la serotonina que produce la actividad física y el estar al aire libre? ¿Qué recursos tienen para liberar oxitocina, dopamina y todas las hormonas relacionadas con el bienestar y la salud? Los avances de la tecnología son un gran logro, pero no creo que sustituyan lo que representan los juegos sociales en los niños. Importante saber que hace la escuela y otras entidades.

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Educar es mucho más que enseñar ciencias y asignaturas sociales. Bueno propiciar que conviva la tecnología con los gritos de niños correteando y los patios de escuelas con grupos jugando. También es sano y posible, que los adultos disfrutemos de ese niño juguetón que llevamos dentro. Ignorarlo y dejarlo dormido es un absurdo. marilei@hotmail.com.