Opinión

A las clases

A las clases

Ernesto Guerrero

A la clase que ya es hora, de empezar nuestra labor, que están haciendo las suyas, las abejas en la flor”. Y si trabajan las abejas, los choferes, personal sanitario, dependientes, etc., no se comprende por qué el gremio de maestros se niega a impartir esa docencia que lleva años interrumpida. Según datos de UNICEF, mientras en otras regiones del mundo las escuelas fueron los últimos establecimientos en cerrar y los primeros en abrir, en América Latina ha sido al contrario»,

Estamos atravesando por una cuarta ola de covid-19 y la variante Ómicron es mucho más contagiosa, los casos ocurren en personas vacunadas o con enfermedad previa. Sin embargo, la letalidad es menos grave. Hay quienes pronostican que al final todos seremos infectados, y que importante no enfermar todos al mismo tiempo, para no saturar los servicios sanitarios.

Hay suficiente evidencia científica que, en la escuela, la transmisión del virus es menor, y que cuando ocurre, por lo regular es introducida por un adulto. La transmisión de niños a adultos en el hogar, también es menos efectiva. Los casos de infección en niños, aunque están en aumento, todavía tienen una tasa de letalidad muy baja. Los menores están más a riesgo en el hogar, sin las debidas orientaciones de precaución que reciben de los maestros.

En las escuelas se sigue un Plan para el manejo de la epidemia, que incluye: Toma de temperatura, distribución gratuita de mascarillas a maestros y estudiantes (uso permanentemente), facilidades para lavado de manos y distanciamiento físico; ventanas abiertas, y limitación en número estudiantes por aula. Además de seguir un protocolo con pruebas aleatorias y manejo de los casos sospechosos o confirmados. 

Tenemos más de dos años con una disrupción enorme en las vidas, el aprendizaje y el bienestar de los niños a nivel nacional y mundial. Esto tiene efectos físicos y mentales en el desarrollo de la futura generación y más grave aun cuando se sabe que la alimentación que se ofrece en las escuelas es la única que reciben muchos de estos infantes.

Aunque algunas asociaciones de salud y partidos políticos proponen tomar una pausa de dos semanas, tampoco hay garantías de que las cosas van a cambiar, puesto que, para esa fecha, empiezan a presentarse las defunciones.