Con permiso de mis lectores, en esta entrega voy a dejar a un lado los temas turísticos, para tratar un singular caso de abuso de poder.
Los agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT), conocida como la AMET, están violando las leyes, cometiendo abusos y aplicando multas sin ninguna justificación. Hay que controlar las acciones de la AMET, cuyos comandantes creen que viven en un solar de su propiedad.
Los agentes de la AMET están para dirigir, regularizar el tránsito y prevenir que ocurran accidentes. Su misión si se lleva a cabo de forma correcta, evita desgracias y agiliza el movimiento de los vehículos y eleva tranquilidad de sus conductores.
Pero en los últimos meses los agentes de la AMET se dedican a imponer multas a granel, en la mayoría de los casos injustificadas, sin notificar pruebas de que se cometió una violación a las disposiciones del tránsito. No es el capricho o el tono del humor del día de un agente y sus superiores lo que debe motorizar y controlar el tránsito.
Los AMET están para servir a los conductores, para orientar, para tomar la libreta si en verdad se determina que se cometió una infracción, pero se violan reglamentos y el derecho ciudadano, cuando se quiera castigar a la mujer y el hombre honestos que se dirigen a su trabajo o va a llevar sus hijos a las escuelas.
En las principales avenidas y calles de Santo Domingo se ve a los agentes de la AMET llevar la anarquía al tomar el control, a pesar de que los semáforos están en funcionamiento sincronizados.
Provocan un caos y tapones interminables. Violan los cambios programados del semáforo, por un anárquico manejo de dejar pasar o detener vehículos, es muchas veces una locura y una improvisación total.
A varios metros de esquinas se ve a los agentes detrás de matas y paredes, para tratar de sorprender a los conductores. Esa no es la función de la autoridad. El uniformado lo que tiene es que dejar ver su presencia, que sería suficiente para que nadie se vaya en rojo.
Lo peor del caso es que mientras a los conductores de carros privados se les persigue y acosa, los AMET son contertulios de los choferes de carros públicos, de guaguas y de las llamadas voladoras, quienes estacionan donde quieren, en las mismas narices de los agentes de la AMET, y para ellos no hay sanciones.
En esquinas de mucho movimiento se puede ver la camaradería diaria de los agentes y los choferes del transporte público. Las tertulias callejeras solo se interrumpen cuando se quiere parar a un conductor privado, o en la hora que ellos estiman que hay que anarquizar el flujo vehicular tomando control de los semáforos.
Es necesario someter a disciplina a los agentes de la AMET. Sus comandantes tienen que saber que al ciudadano hay que respetarlo, que no es posible en el ordenamiento legal actual que se impongan multas abusivas, y sometimientos que no están avalados con pruebas de que se violaron disposiciones de tránsito.
Es hora de que se paren los excesos que cometen los agentes de esta autoridad de tránsito que ya está en la línea del abuso y los atropellos. Esperamos esto se resuelva.