Opinión Articulistas

Aviso de tormenta social

Aviso de tormenta social

Manuel Fermín

Un colectivo popular muy conocido que se denomina FALPO (Frente Amplio de Lucha Popular), ha conminado al Gobierno a cumplir un pliego petitorio bastante amplio de construcción y terminación de obras públicas y otros servicios en la provincia Duarte. Bajo alegatos comunitarios, “no político-partidaristas”, se anuncian paros y huelgas sin ningún atisbo de respeto a la paz social, afectados este colectivo, quizás, por la pérdida de influencia en marcarle los tiempos al Gobierno, o para probar el nivel de reacción de estos enclaves de lucha que en los alejados ayeres les respondían ferozmente a sus convocatorias.

Pero, independientemente de estas consideraciones precedentemente citadas, es razonable entender que de este modo se pretende llegar a una extraña pluralidad de situaciones: seguimiento constante al comportamiento y calidad del gasto público en sus comunidades con demandas justas; generar condiciones para decirle al Gobierno dónde deben ir; de no marchar sin rumbo definido; ni de “apagar fuegos” del momento por la diversidad de consecuencias que se dan en estas protestas sentidas por el nivel de engaños y olvidos en que cae la autoridad prometiendo y no cumpliendo.

Sabemos que el buen desempeño económico refuerza moralmente a los gobiernos, y lo prueba el hecho de que en el país se ha contribuido a la paz social reinante por muchos años, gracias a ese manejo.

Sin embargo, esta vez parece que, antes que despropósitos, son advertencias válidas porque ha fracasado la tutela oficial privilegiando el gasto corriente y resolviendo los problemas y apaciguando los disgustos a papeletas limpias. Entonces, mucha gente olvidada y engañada ha cerrado fila con las convocatorias, no a modo de adoctrinamiento por este grupo, que imponía sus ideas y demandas a sangre y fuego, sino con argumentos esgrimidos para parecer enérgicos y patrióticos para activar el “nervio” de la voluntad oficial y remover el inmovilismo.

Es decir, tratar de vencer la carencia y demanda de mayor eficiencia, menos improvisaciones, menos ocurrencias, y a toda esa excesiva mezcolanza de tareas lanzando todas las propuestas más heterogéneas con pobre resultado.