Gobierno, liderazgo político, gremios empresariales, centrales sindicales y sociedad civil no deberían extraviar el ineludible compromiso de promover un ejercicio dialogante responsable que ayude a afrontar problemas medulares de la nación y evitar así no deseables convulsiones económicas, sociales y políticas.
La agenda de urgencias nacionales luce congestionada con asuntos de gran envergadura como las reformas fiscal, policial, de seguridad social y seguridad ciudadana, que no podrían afrontarse con éxito sin la participación de poderes públicos y partidos políticos, gremios patronales, sindicatos y academias.
Por alguna razón que la población no logra entender, el Dialogo Nacional que coordina el Consejo Económico y Social (CES) no ha tenido la trascendencia deseada, al punto que desde el litoral oficial se informó que el tema de la reforma fiscal no sería tratado en ese foro.
A ese sorpresivo o improvisado desplante en ese foro de consenso se atribuye la humareda que ha producido la filtración en la prensa de propuestas de reformas tributarias, cuya autoría niegan mansos y cimarrones y que sólo han servido para animar una noche de brujas. En vez de adelantar la instalación de carpas proselitistas, los partidos deberían encarar su obligación de interactuar con la ciudadanía en torno a las recetas que podrían ofrecer para encarar graves retos derivados de una pandemia que ha colocado el mundo al revés.
Se sabe que el proyecto de Presupuesto General del Estado 2022 no podría sustentarse con una presión fiscal de 14.5 %, cuando la media en la región es superior al 20 %, pero también que la clase media no soportaría la carga fiscal que se propone en esos papeles sin dueños.
El liderazgo nacional también debería saber que calificadoras de riesgo han advertido que reducirían la apreciación crediticia de República Dominicana si el Gobierno no aborda la reforma fiscal, lo que significaría una catástrofe en término de manejo de la deuda pública.
La sociedad dominicana reclama y merece que Gobierno, Poder Legislativo, partidos, empresariado, sector sindical e instituciones académicas se involucren en sana y profunda discusión en torno a las alternativas de soluciones a tan apremiantes problemas. Basta de chercha.