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Buen año de Abinader

Buen año de Abinader

Luis Pérez Casanova

Por más que sepamos que los primeros cuatro meses del presidente Luis Abinader fueron para completar el año fiscal del Gobierno saliente, no por ello se puede relegar  el sello a lo que sería su ejercicio en el poder que marcó con la batalla que inició en ese momento contra el coronavirus y para recuperar la economía, las dos principales prioridades de la nación. No se limitó a poner la casa en orden, sino que al instalarse como conductor de la nave del Estado, cuyo timón no tomó en las mejores condiciones, culmina la travesía de su primer año como un experimentado capitán.

La cercanía con la gente protagonizada por Abinader tiene su relevancia en la medida que humaniza la imagen del jefe del Estado; la capacidad de trabajo puede ser un ejemplo de un gobernante preocupado por satisfacer las necesidades de la gente; las obras que se han emprendido y realizado representan un inventario material que siempre se valora como soporte de la eficiencia, y la estabilidad de la macroeconomía es una realidad que sin ella no se sabe cómo estarían los precios. El mandatario puede enarbolar entre sus logros el alcance de la jornada de vacunación y la auspiciosa recuperación de la economía, sin contar en todos los casos con el viento a su favor. Se ha tenido que lidiar con obstáculos tan gigantescos como el alza del barril de petróleo, que en 2020 rondaba los 43 dólares, y en este año llegó a colocarse a 85. Entre los fuertes oleajes con que se ha navegado están el elevado costo del transporte marítimo y de las mercancías importadas.

 Ante tantas adversidades y tomando en cuenta el impacto en la economía y el desafío planteado por la pandemia sanitaria, parece un milagro que se llegara a  puerto seguro y con saludables perspectivas, cerrándose el año con un déficit fiscal dentro de lo programado y una estabilidad de la tasa de cambio que ha evitado una inflación desbordada.

Sin necesidad de resaltar los beneficios de la política exterior, sobre todo en cuanto a su exhortación a la comunidad internacional en referencia a la migración y la crisis haitiana, con todo y los deslices en que se haya incurrido, otros puntos luminosos de este primer año han sido la consolidación del sistema institucional, caracterizado en gran medida por la independencia del Ministerio Público, y la transparencia en el ejercicio del poder. Por supuesto que todavía quedan muchos lastres por remover, pero sin mezquindad alguna hay que reconocer una eficaz ejecución presupuestaria, en que se ha dado más prioridad a las necesidades que a los caprichos. Si Abinader consigue siquiera reducir la pesada burocratización que se ha instalado en la administración pública su gestión tendría todavía más brillo. Mucho más.

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