Edificio que aloja al Congreso Nacional, donde funciona el Senado y la Cámara de Diputados. / Fuente externa.
Por más que se trate de lo indicado, de todas formas resulta un buen paso del Senado la evaluación que ha iniciado de los propuestos para la Cámara de Cuentas. Los yerros del pasado no deben repetirse si se desea un organismo con autoridad para cumplir con sus funciones como fiscalizador de los fondos públicos. Es importante que no solo se examinen los expedientes, sino que se entreviste a cada uno de los 15 miembros que integran las ternas presentadas por la Cámara de Diputados.
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Por diferencias de criterios o por intereses particulares los actuales miembros no supieron asumir su responsabilidad sobre las auditorías para verificar el uso de los recursos públicos. La Cámara de Cuentas no puede reducirse a un ente rutinario, pero mucho menos a un cuerpo para maquillar o encubrir las irregularidades en el sector público.
El Senado tiene que emplearse a fondo para no cargar con la responsabilidad de seleccionar a unos miembros sin el perfil más idóneo para cumplir con sus funciones. Las reservas creadas por la preselección de la Cámara de Diputados deben superarse con una evaluación que satisfaga las expectativas de la población.
El Nacional
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