En un intercambio de disparos la Policía de Haití ultimó a Makanda, uno de los cabecillas de una banda de facinerosos que había secuestrado a varias personas.

La caída del presunto bandolero fue reivindicada por los agentes haitianos como parte de la cruzada que ha desplegado en Puerto Príncipe y otras ciudades para instaurar la seguridad y el orden.

Pero el panorama en Haití está todavía muy lejos de despejarse, sobre todo frente al poder acumulado por las pandillas.

El lunes se informó que grupos armados habían atacado a personas, entre ellas comerciantes, que viajaban a la capital en bote para evadir el control de los pandilleros de las principales carreteras.

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En la acción habrían muerto varias personas y otras fueron secuestradas. Mientras crece la violencia más haitianos se ven compelidos a tratar de cruzar a República Dominicana empujados también por la crisis alimentaria.

En lo que llega la fuerza internacional que encabezarían soldados de Kenia, el Gobierno haitiano es cada vez más desafiado por las pandillas. La caída de Makanda no parece que intimidará a grupos que tienen la violencia y el terror como sus medios de subsistencia.