No solo la población está preocupada por la creciente ola delictiva, sino los propios agentes de la Policía por las precariedades con que tienen que ejercer la labor de vigilancia.
En importantes sectores de la ciudad el patrullaje se ha reducido a su mínima expresión, mientras se propagan los asaltos y otros actos delictivos.
Ha trascendido que los agentes carecen de motores y camionetas para patrullar las calles e incluso que tienen que desplazarse en sus propias unidades para hacer algún levantamiento.
Sin embargo los agentes se quejan de que en el canódromo hay una gran cantidad de motores y camionetas que no terminan de ser asignadas para las labores de patrullaje.
Se ha denunciado que en barrios de la parte alta de la ciudad los residentes viven a la buena de Dios por la ausencia de patrullaje policial. En estos días han caído militares, agentes de la Policía y simples ciudadanos en asaltos.
Mientras la delincuencia gana terreno la sazonada reforma para garantizar la seguridad ciudadana parece que ha caído en un punto muerto. De un tiempo a esta parte no se ha notado el menor avance.
La realidad es que sin patrullaje ni medio de transporte para los agentes será difícil combatir con éxito una delincuencia cada día es más sofisticada.
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Se ha dado cuenta de asaltantes que se desplazan en yipetas y vehículos de lujo. El director de la Policía, Eduardo Albero Then, está obligado a resolver los problemas internos que se han denunciado para enfrentar con éxito la inseguridad ciudadana.
