Articulistas

Confusión

Confusión

Pedro P. Yermenos Forastieri

Todo empezó cuando se conocieron en el programa de radio donde él trabajaba. Quedó impresionado con el temperamento arrebatador de aquella mujer que tenía la fórmula inocultable para hacer que todas las miradas, masculinas y femeninas, se volcaran hacia ella.

 Desde New Jersey, donde residía, llamaba al menos dos veces por semana a la sección interactiva del espacio y no escatimaba esfuerzos para dejar establecido que lo hacía principalmente por la fascinación que sentía por él, por sus posiciones y por la forma de asumirlas. En cada ocasión, dejaba claro que desde que le resultara posible viajaría a la isla para acudir a la emisora y satisfacer su deseo de conocerlo de manera personal.

 Cumpliendo su advertencia, se apareció sin avisar y se le presentó apenas llegar. El impacto fue recíproco. Para ella, todas sus expectativas fueron superadas. La personalidad carismática de su admirado se intensificaba con la cercanía. Sus convicciones adquirían más capacidad persuasiva y hablaba con su lenguaje corporal tanto como con palabras usadas en tono y precisión perfectos.

Para él, quedaron confirmadas las suposiciones que se permitía conjeturar con sus participaciones cuando la sacaban al aire y, sobre todo, en aquellas ocasiones en que solo pedía hablar con él y le decía las cosas exactas, ni más ni menos, para dejarlo aturdido en un mar de incógnitas y atrapado sin salida en aquella atracción inexplicable que esa mujer le despertaba.

Puedesleer: Monaguillo

 Atractivo a larga distancia

A partir de entonces, solo hubo intercambios de manera privada. En muy escasas oportunidades se comunicaba al programa. La relación no solo se fue intensificando, sino que fue adquiriendo matices que no dejaban ningún resquicio de dudas de que, al menos él, se sentía seducido por la magia ineludible de alguien en quien no podía dejar de pensar un solo minuto. Lo que más lo trastornaba era que, pese a todo lo coqueta que le resultaba, jamás hizo nada que manifestara sin riesgos de malas interpretaciones, que ella estuviese en la misma sintonía que él.

 Sin pensarlo mucho, le dijo que quería visitarla. Su respuesta fue leña para su fuego. Lo recibiría en su propia casa. Antes de un mes, fijaron fecha. Fue a recibirlo al aeropuerto y, entre vestuario, cabello y perfume, todo le parecía pensado para él.

Como para iniciar por lo alto, lo que soñaba materializar. Llegaron a su apartamento y allí estaba ella, esperándole con igual simpatía. “Te presento a Camila, mi pareja”.