La ejecución de un hombre el viernes en La Vega por hombres armados que lo interceptaron frente a su residencia suena la alarma sobre el sicariato en el país.
Amín Peña estaba frente a su vivienda en el residencial Omelia II, dentro de una camioneta cuando fue acribillado a tiros por desconocidos que portaban un fusil y se desplazaban en una yipeta que fue incendiada tan pronto se cometió el crimen.
Los sicarios no cargaron con ningún efecto. Las características relacionan el suceso con un ajuste de cuentas, pero son las autoridades las que tendrán que determinar a través de una investigación el móvil del crimen.
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Hay muchos cabos sueltos alrededor del caso, pero de lo que no existe la menor duda es de que el sello pertenece al sicariato. La Policía se ha limitado a declarar que el suceso se investiga.
Además de capturar a los autores materiales e intelectuales se tienen que determinar las reales razones de un crimen espantoso.
Crímenes con tales características causan conmoción y pánico en la población. Familiares y vecinos del asesinado necesitan que se despejen todas las incógnitas en torno al suceso.