La ingobernabilidad en Haití se torna más trágica con la decisión de la población de organizarse en brigadas para enfrentar con sus propios medios a los pandilleros que aterrorizan a la nación.
Por ahora se ha dado cuenta de la ejecución de 14 pandilleros en un primer operativo y cinco en otro, para un total de 19. Mientras la OEA ha vuelto a sonar la alarma sobre el incremento de la violencia Estados Unidos ha entendido, al parecer, que tiene que acelerar los aprestos para encontrar una salida a la crisis.
Es así que se interpreta el apoyo que ha explorado en Brasil para enfrentar la crisis haitiana. Amén del evidente desinterés se ha evidenciado que ningún país ha estado dispuesto a liderar un eventual despliegue de tropas extranjeras para combatir a las pandillas e imponer el orden en la nación.
La embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, viajó a Brasil para hablar con el presidente Lula da Silva sobre una salida a la crisis de la vecina nación.
El mandatario se ha mostrado preocupado sobre el drama haitiano, pero no parece que comparta la intervención militar, y menos liderar un contingente, como alternativa para enfrentarlo.
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Ya Brasil pasó por la prueba de dirigir el contingente de la Minustah desplegado por la ONU para garantizar la estabilidad tras el golpe de Estado y reposición en el poder del presidente Jean Bertrand Aristide.
Washington no quiere cargar solo con el problema, pero mientras más tiempo pasa más se complica el panorama haitiano.