Las muchas críticas, sobre todo en lo que respecta a la organización, han ensombrecido los primeros días de la celebración de la Feria Internacional del Libro. Al menos en la instalación de las casetas y la preparación de actividades se ha tornado evidente que no se ataron a tiempo todos los cabos.
Los visitantes no han quedado muy satisfechos con un acontecimiento cultural que para algunos conocedores ha venido desde hace unos años en un proceso de degradación. El libro ha perdido protagonismo frente a otras actividades que forman parte del evento.
La ministra de Cultura, Milagros Germán, que se ha mostrado tan entusiasta, tiene que buscar la manera de remover los obstáculos que empañan la imagen de la feria, que tiene de escenario la Ciudad Colonial.
El recorrido apenas se ha iniciado, por lo que es mucho el tiempo que queda para poner la casa en orden. No solo los visitantes sino hasta los propios libreros se han quejado de las dificultades con que han tenido que lidiar en la denominada fiesta cultural.
Se insiste en que la promoción que ha tenido el evento no se corresponde con la realidad, sobre todo en lo que respecta a la organización.
