La cumbre con los partidos políticos y representantes de la sociedad civil convocada por la JCE para debatir un marco regulatorio de la precampaña y la campaña debe ser un ejercicio de sinceridad.
Lo importante no es la presencia de los actores, sino que estos contribuyan a crear condiciones para que la jornada proselitista constituya un ejercicio cívico.
Por más amparada que pueda estar en la ley, la JCE no debe imponer su criterio sobre la regulación del proceso electoral.
Aunque es justo reconocer que por ahora tampoco lo ha hecho, y la propia cumbre constituye más un mensaje conciliatorio que de debilidad.
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Tanto el PRM como el PLD y Fuerza del Pueblo saben que tienen que colaborar al máximo con la creación de un clima de armonía a través del respeto a las normas. Lo primero es reconocer, aunque para algunos sea un trago amargo, que la JCE es la rectora del proceso.