En mi entrega para El Nacional, publicada el lunes 24 de noviembre, daba cuenta de un reconocimiento hechole por el Senado de la República, al médico gineco-obstetra, José Altagracia Garrido Calderón. Iniciativa del senador higüeyano, Rafael Barón Duluc Rijo, Cholitin y aprobación unánime por el pleno senatorial.
Pues bien, le tenía guardado a mis lectores el discurso del doctor Garrido Calderón pronunciado en ocasión del recibimiento de esta merecida distinción. Lo hare en dos entregas, para abarcarlo casi casi completo.
«El destino, se muestra generoso, al brindarme la oportunidad de recibir la Distinción al Mérito Científico, que el Honorable Congreso Nacional, me confiere, por nuestra actividad académica y de investigación en el área de la salud.
Puedes leer: Cáncer social
La vida, para mí, ha sido una misión que he tratado de cumplir lealmente, de acuerdo con los ideales que me fijé en la juventud.
¡La existencia vegetativa, no tiene biografía!
En la historia de las sociedades, sólo vive el que deja rastro en las cosas o en los individuos. La vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos, por la familia que formamos, por los valores humanos que transmitimos.
¡No ha vivido más el que cuenta más años o más canas, sino el que ha tenido un ideal! Las canas pueden denunciar la vejez, pero no dicen cuanta juventud la precedió. La medida social del hombre está en la duración de sus obras. ¡Muchos nacen! ¡Pocos viven!
La aplicación del conocimiento existente en el campo de la salud, ha identificado un buen número de problemas no resueltos y ha creado, nuevos enigmas y muchos obstáculos.
A la fecha, el hombre confronta diversas formas y patrones de enfermedad y riesgos de salud, derivados principalmente del cambio que está teniendo la especie humana, al pasar de un ambiente dominado por la naturaleza a uno creado y regulado por el hombre.
La ciencia se hace solo en la medida en que nuestras actitudes por saber y aprender se mantengan robustas; que nuestros métodos de investigación no se vuelvan dogmas decadentes y nuestros conocimientos sean herramientas para liberar y elevar la condición humana, en especial, de los que sufren más por diversas razones. En esta forma de ver la ciencia, los médicos estamos llamados a ocupar un lugar protagónico en la sociedad”.
Muy cordialmente
José Vicente Calderón R.

