La rueda y la escritura son sin lugar a dudas dos de lo más grandes de la humanidad.
Sin la primera, el transporte de personas y mercancías de todas las clases, que hasta el momento se realizaba a lomo de bestias cuadrúpedas, no hubiese alcanzado el ritmo que permitió el asentamiento de grandes grupos humanos, que dieron lugar al nacimiento de lo que luego fueron reconocidas como civilizaciones.
Se atribuye el nacimiento de la escritura al imperio Sumerio, tal vez unos 7 mil años antes de Cristo, y luego surgieron, por generación espontánea, los alfabetos de la llamada edad del Bronce, con China, Egipto, la India, los Semitas, e incluso los mesoamericanos, como los aztecas y los incas, en un periodo que se abarco tal vez unos 5 mil años.
La invención de la escritura, primero ligada a los usos comerciales, y con ella los números, dio paso a su vez al acumulamiento de las llamadas tablillas, primero de barro secado al sol y luego horneadas, para más tarde dar uso a las conchas de los animales marinos para los mismos fines, y su acumulación por los comerciantes que las usaban.
Esto dio lugar más tarde a las bibliotecas, como la famosa de Alejandría, en Egipto, y permitieron el intercambio de comunicaciones escritas entre personas residentes mas o menos lejanas unas de otras.
De las cartas individuales o colectivas, pasamos a la edición de periódicos, donde se recogían los escritos de los principales acontecimientos de una barriada o ciudad, para luego hacerse de carácter mundial, con la invención de los sistemas radioeléctricos, hasta llegar a nuestros días la Aldea global y el Internet.
Por eso los diarios, revistas o periódicos se han convertido en la, materia prima de los libros, y de ahí su importancia, y la de los hombres y mujeres que han hecho la recopilación de las noticias, ya que estos se constituyen en las génesis de las bibliotecas, tradicionales o digitales.