El Día de los Fieles Difuntos se conmemoró ayer con la aglomeración en los cementerios de centenares de personas que fueron a rendir tributo a sus muertos, tradición con profundas raíces en la religiosidad que conlleva el compromiso de orar ante los seres fallecidos para que el Altísimo los acoja en la eternidad y de paso colocar flores y limpiar las tumbas en señal de respeto.
Penosamente, las autoridades municipales aun no garantizan el derecho de los muertos a descansar con dignidad en los cementerios, por lo que todavía proliferan denuncias sobre robo de ataúdes, para lo cual los ladrones profanan tumbas, sustraen todo objeto de valor y dejan restos a la intemperie.
Los camposantos son una expresión de la historia y el desarrollo de los pueblos, por lo que el escarnio que perpetran los vivos contra esos recintos refleja niveles de desorden y atraso.
En naciones desarrolladas, los cementerios son parques de descanso y solemnidad, en los que se respetan las creencias de los vivos respecto a la muerte, así como el derecho de los difuntos a dormir en paz para siempre. Ojalá que autoridades municipales y la Policía garanticen también los derechos de los muertos a descansar.