Donald Trump se reinstala mañana lunes en la Casa Blanca en medio de densa incertidumbre que el propio mandatario se ha encargado de propagar al adelantar cambios o medidas mucho más disruptivas que las ejecutadas durante su primer gobierno (2016-2020), en un contexto global complejo en el que su administración aun no distingue aliados de adversarios.
La gestión republicana despierta esperanza en su evidente capacidad de negociación para poner término en corto o mediano plazo a las guerras entre Israel y Palestina y de Rusia contra Ucrania, además de disuadir estallidos de confrontación en el estrecho de Taiwán y la península coreana.
Se prevé que Trump asuma el proteccionismo como principal estandarte, a partir de lo cual produciría cambios significativos en economía, comercio y relaciones internacionales, especialmente frente a China, México, Canadá y la Unión Europea (UE), como también es previsible algún encontronazo con la Alianza del Atlántico Norte (OTAN).
El mandatario electo había adelantado que su nuevo gobierno promoverá la reducción del impuesto corporativo federal al 20 %, incentivos fiscales adicionales para los fabricantes, con tasas de un 15 % para industrias, y en cambio, aplicaría aranceles de hasta un 100 % a importaciones de China, México y UE.
No está claro si amenazas previas de Trump, de anular el tratado comercial con México y Canadá, recuperar el Canal de Panamá, anexarse el territorio canadiense y de Groenlandia, serían palabras que se lleva el viento o reminiscencia del expansionismo imperial, pero lo que sí ha dicho es que cumplirá lo prometido.
La deportaciones de millones de indocumentados impactaría muy severamente sobre la región, especialmente México y Centroamérica, que han advertido que no tendrían capacidad económica ni logística para recibir tan elevados números de repatriados, lo que además augura una relación tensa entre Estados Unidos y su vecino azteca.
Un posible escenario de guerra comercial entre Beijing y Washington se traduciría en ralentización de la economía mundial, incremento de la inflación, alzas de materias primas agrícolas y de combustibles, lo que representaría un grave problema para las economías emergentes, incluida República Dominicana.
Con el retorno mañana de Donald Trump a la Casa Blanca, una extraña mezcla de incertidumbre y esperanza arropa a una humanidad que todavía brega por salir de la crisis económica global generada por la pandemia de la covid-19 y agravada por guerras convencionales, comerciales y fenómenos climáticos. Cruzar los dedos.