En Cuba, las protestas contra el desabastecimiento y gritos de libertad con las que irrumpió la población, se han aplacado. Los disturbios dejaron un muerto y varios detenidos, quienes según el presidente Miguel Díaz Canel tendrán garantías procesales.

Los movimientos, que rápidamente fueron celebrados en el exterior, como un signo de rebeldía contra la dictadura que inició en 1959, tuvieron sus efectos positivos en el plano económico. El Gobierno permitirá que los viajeros lleven comida, medicamentos y productos de aseo.

En sí, parece una conquista pírrica, pero de tomarse en cuenta que es la primera ocasión en que el Gobierno cede en algo a la demanda de la población, es muy significativa. Las protestas se han aplacado, pero el malestar está latente.

El apoyo encontrado por las protestas dentro y fuera de Cuba representa un mensaje para el añejo régimen.

Con su salida a la calle la población evidenció que no teme a la represión ni al terror en que se ha apoyado el Gobierno para perpetuarse en el poder. A partir de los movimientos Cuba entró en otra fase subjetiva y objetiva.

La flexibilidad con que reaccionaron las autoridades es solo algo, pero no todo lo que necesita la población para mejorar las condiciones de vida.

Puede darse por descontado que en la nación solo se ha aplacado, pero la tormenta no ha pasado. Mejor no hacer pronósticos, pero nunca antes tantas personas se habían levantado en demanda de mejoría de los servicios y contra el desabastecimiento de alimentos.