Las encendidas protestas que comenzaron en Los Ángeles contra las redadas migratorias de Donald Trump se han propagado como una llamarada por más de 20 ciudades estadounidenses.
El mandatario, lejos de intimidarse por la rebelión, despachó a los federales para controlar las protestas e imponer el orden en las calles.
Establecimientos comerciales han sido saqueados y la alcaldesa ha declarado el toque de queda en horas de la noche.
Puedes leer: Karen Bass: “Retrato de caos en Los Ángeles es mentira”
Mientras federales y manifestantes se enfrentan en las calles, Trump agregó más combustible a la atmósfera al sugerir la detención del gobernador de California por su oposición a las redadas.
El pánico planea sobre los inmigrantes legales e ilegales, máxime de origen hispano, por las masivas y violentas redadas de los agentes de Migración para detenerlos y deportarlos.
Los dominicanos en Puerto Rico sufren un verdadero calvario con las redadas contra los inmigrantes en la isla. No solo los residentes ilegales, sino hasta los legales han tenido que esconderse o encerrarse para evitar que los apresen y deporten.
La indignación por los abusos y la solidaridad con familias que no hacen más que trabajo de subsistencia ha movilizado a varios grupos no solo en Los Ángeles, sino en otras ciudades.
La tensión es cada vez más elevada.
En las confrontaciones varios manifestantes han sido detenidos y otros han resultado heridos. Con la gente en la calle desafiando al Gobierno el desenlace es imprevisible.