Si se precisaba restringir la reelección presidencial y fortalecer la independencia del Ministerio Público para mejorar la democracia, el país ha avanzado un paso importante en ese sentido con la proclamación de una nueva Constitución. Pero se necesitara o no la reforma que también unifica la celebración de las elecciones municipales, congresuales y presidenciales, además de reducir en 20 el número de diputados, con la modificación la nación entra en otra fase de su historia política. Los proyectos generan siempre sus controversias.
Y más en casos como los de este país en que cada uno de los últimos gobernantes ha patrocinado reformas con distintas finalidades. Los resultados no se verán de inmediato, sino que se tomarán su tiempo, pero no se puede pasar por alto que de las 40 constituciones que ha tenido el país la mayoría de las reformas han estado relacionadas con el continuismo en el poder.
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En República Dominicana y casi toda América Latina los gobernantes toman tanto amor al poder, que son escasos los que no tratan de alterar las reglas de juego para perpetuarse o los que una vez concluido su mandato, como los ejemplos de Andrés Manuel López Obrador, en México, y Luis Abinader, aquí, deciden retirarse.
Sin importar la ausencia de la oposición, la reforma constitucional proclamada ayer por la Asamblea Nacional representa desde todo punto de vista un aporte a la consolidación del sistema institucional y fortalece a los partidos políticos del país.