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Engaño y traición

Engaño y traición

Susi Pola

La aprobación del Proyecto de Ley del Código Penal dominicano, en el Senado, obliga a una reflexión profunda de parte de la ciudadanía de este país sobre la manipulación de las organizaciones político-partidarias y sus prácticas por conseguir el poder.

Somos un electorado mal informado y no distinguimos el rol de la representación de los partidos en la democracia, ignorancia mantenida por quienes han gobernado desde los partidos mayoritarios y tradicionales.

Soportamos promesas y propagandas electorales y, desde que, políticos y políticas se acomodan el poder, no solo se olvidan, además, se corrompen y de manera desfachatada. En más de 22 años de proceso de reforma de la ley penal, esas personas no fueron capaces de avanzar y la propuesta aprobada es la misma del comienzo.

El perfil del Senado es masculino, con dominio de una mayoría que representa al partido en el poder, con transfuguismo político arraigado, práctica negociadora permanente con otros grupos de poder, apoyo al empresariado, militancia clientelar y muchas otras características que mantienen empantanado el ejercicio político en este país, en el que, los partidos mayoritarios, y casi todos los emergentes, son iguales.

Y en tiempo de reelección, manoseando al pobre pueblo y explotando su miseria. Un espacio en el cuerpo legislativo cuyo rol en la democracia hace mucho que es cuestionado.

Y como recordara el partido de oposición Opción Democrática en estos días, el proyecto de ley aprobado por este grupo del Senado, no solo excluye la posibilidad del aborto por eximentes vitales a mujeres y niñas que, por cierto, sí nacieron y están vivas y “viables”, además, desprotege a la población LGBTIQ frente a la discriminación, sigue garantizando la impunidad de la corrupción reduciendo su imprescriptibilidad, permite la disciplina violenta y los castigos corporales de padres y madres a hijos e hijas para “educarles”, deja los procesos contra militares que delinquen a cargo de los tribunales militares para que sean juez y parte, como hasta ahora, entre otras barbaridades medievales que establece.

La moral religiosa está asentada en el Congreso dominicano a partir del rejuego del poder fáctico ejercido, sobre todo, por las religiones católica y evangélicas; entonces, el partido mayoritario, y los similares, malintencionadamente, no tratan el tema del aborto, desde los derechos y la salud pública, como corresponde.

La deslealtad cometida por el PRM, partido en el gobierno, que prometió en su campaña electoral pasada, aprobar las causales es la traición al electorado dominicano, con perfil femenino y joven, que no puede olvidarlo.
Anoten.