En su informe ayer ante las cámaras legislativas, el presidente Luis Abinader dibujó un escenario económico y social equidistante entre lo ideal y lo real, matizado por la exaltación de logros y reiteración de promesas que dejaron poco espacio a la reflexión sobre compromisos y retos aun sin cumplir.
El mandatario se acercó a la realidad al proclamar que la institucionalidad en República Dominicana es comparable a la de cualquier país desarrollado del mundo, lo que atribuyó a las medidas adoptadas por su gobierno, especialmente con la recién aprobada reforma constitucional, pero aún falta para completar la comparación.
Lo contrario sucede cuando afirmó que la nación experimenta una transformación en el sector eléctrico con el incremento de la oferta de generación, sin explicar cómo afrontar el colapso económico de las distribuidoras de electricidad que causan pérdidas superiores a los US$1,300 millones anuales.
El Presidente conectó el sentimiento nacional al anunciar que su gobierno declaró como organizaciones terroristas a las bandas haitianas y advertir que no habrá tolerancia ni consideración para quienes atenten contra la seguridad y la paz del pueblo dominicano, un claro mensaje a los vándalos que intenten cruzar la frontera.
Se resalta la disposición del Presidente de proteger las Cuevas del Pomier y convertirlas en la capital prehistórica del Caribe, para lo cual ordenó el cese de la actividad minera en su entorno, como también se resalta su promesa de que los descubiertos yacimientos de tierras raras serían explotados con visión de futuro y responsabilidad ambiental.
Tarea difícil en ese discurso presidencial fue la de acomodar estadísticas sobre crecimiento económico, incremento del empleo formal y control de inflación, con reducción de pobreza o incremento de la calidad de vida, porque esos datos aun no reflejan la realidad prevaleciente con los matices que le impregnó el mandatario.
Habrá que esperar la rendición de cuentas del próximo año para que al Presidente le resulte menos difícil acomodar a la realidad las buenas nuevas que se relacionen con salud, seguridad social, educación, viabilidad y seguridad ciudadana, en todos los cuales se ha avanzado, pero sin alcanzar el paraíso dibujado.