Una de las entregas más admiradas es la que despiertan las personas que cuidan y ponen todo de su parte por el bienestar de un familiar o enfermo cercano, que está impedido de hacer sus actividades básicas, ya sea de manera permanente o temporal.
Requiere de tiempo, amor, paciencia, fortaleza, sentimientos que se hacen difíciles de cultivar, sobre todo porque en la generalidad de los casos, las atenciones de los demás se enfocan en el enfermo, dejando de lado el desgaste de su cuidador, que si no es también tomado en cuenta, puede pagar las consecuencias con su propia salud física y mental.
Cuidar al cuidador es esencial para evitar que descuide su propia salud emocional y física
El psicólogo Ricardo Pichardo explica que esto representa para el cuidador una carga que involucra angustia, ansiedad, impotencia, tristeza y duelo, porque, de alguna manera, se siente que ha perdido a ese ser querido, quien ya no es el mismo y se da el fenómeno de que a menudo siente que es responsable de la salud del enfermo, lo que puede llevar a experimentar elevados niveles de ansiedad si no ve mejoría con la celeridad que espera.

Pichardo agrega que por ser un ser querido el que se cuida, el desgaste del cuidador es mucho mayor que si fuera una persona ajena. “Hay un psiquiatra argentino que escribió una vez que “no le perdonamos a nuestros padres el hecho de que envejezcan”, haciendo alusión a los sentimientos de frustración y conflicto emocional que experimenta el individuo ante la vulnerabilidad de los padres, a quienes siempre vieron como poderosos, o aquellos llamados a ser fuertes siempre para cuidarnos”.
De hecho, la psicología ya ha dado un nombre a este estado mental: “Síndrome del cuidador”, definido como el estado de agotamiento físico y mental que experimentan las personas que cuidan a un enfermo.
¿Cómo cuidarse a sí mismo?
Pichardo expresa que se habla mucho de «cuidar al cuidador», y nunca fue más cierto, pues si el cuidador no está bien, es mentira que pueda cuidar adecuadamente. Por lo tanto, debe darse el permiso de tomar descansos, ser capaz de pedir ayuda y reconocer que está agotado.
“Muchas veces, esos sentimientos se callan o se ocultan porque nos avergüenza o nos da miedo que nos critiquen por no ser siempre fuertes o por reconocer que también somos humanos y que, frente a este reto, muchas veces nos sentimos desfallecer”, dijo.

Menciona como vital, que el cuidador:
Busque apoyo: alguien que pueda ser su relevo en algún momento del día o durante la semana.
Poner límites: teniendo la capacidad de decir “no” cuando sea necesario, es una herramienta básica del cuidador.
Reconocer y aceptar las emociones: es normal sentirse frustrado, cansado, triste o con deseos de tirar la toalla en ocasiones, y eso no nos hace malas personas, sino humanos. Aceptar lo que se siente ayuda a procesar las emociones, y es muy liberador.
Buscar apoyo, establecer límites y aceptar emociones son claves para un cuidado saludable
Buscar ayuda psicológica: si siente que la situación le desborda, buscar ayuda profesional es un paso importante. Un acompañamiento terapéutico es clave para aprender a sobrellevar la situación.
Autocuidado: el autocuidado es esencial en estos casos. Buscar el tiempo y las condiciones para ocuparse de sí mismo es crucial: una alimentación adecuada, darse el permiso para sacar espacio para alguna actividad placentera puede aliviar enormemente la carga emocional.
Expectativas realistas: esto significa ser conscientes de que no vamos a hacerlo todo perfectamente. No somos Dios, ni doctores ni profesionales en el área médica. En ese sentido, alivia mucho saber que podemos poner todo lo que esté conscientemente de nuestra parte, pero que podemos fallar.