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Esto pienso, esto creo

Esto pienso, esto creo

Rafael R. Ramírez Ferreira

Las suspensiones y la inacción de la justicia nos hunden moralmente.-

No deseaba volver a tratar el mismo tema, pero, es algo prácticamente imposible no percibir la burla, el abuso y la prepotencia de estos privilegiados elementos, que quizás, mal ocupen una posición dentro del Estado y precisamente, por la “voluntad” muy selectiva de determinada clase social.

En ocasiones me parece, que el culpable del comportamiento de este grupo de “honorables”, sea la ubicación de donde se supone deben llevar a cabo la labor para la cual fueron electos, es decir, el lugar donde al parecer, aun habita el espíritu de Rafael Leonidas Trujillo y los títeres que designaba para supuestamente legislar, es decir, en la Feria de la Paz y Confraternidad del mundo libre.

De todas maneras trataré, antes de finalizar, referirme a otro tema que no esté relacionado con este espécimen variopinto, aunque es fuerte obviar este asunto, debido a que nadie me responde, cuando pregunto, si es que son especiales los miembros de ciertas organizaciones, como las “sindicales”; de profesionales y, por qué no, de funcionarios, verbigracia, los “honorables”, comenzando desde los ediles, donde desde hace ya bastante tiempo, el tema principal y que no sega, trata sobre su comportamiento ineficiente, prepotente y sobre todo, corrupto. En realidad, es algo recurrente, sin ningún o pocos efectos de algún régimen de consecuencias.

Si un policía o militar, comete alguna infracción, que podría ser sancionado disciplinariamente, ya sea por cobardía o por falta de valor para aplicar el reglamento disciplinario vigente, del Jefe de turno, de inmediato es enviado a la justicia, cuando de por sí, si se ha estimado o investigado el hecho y determinado esa acción, por igual, en vez de suspensión, lo que conlleva es la cancelación o baja de las filas, debido a que es poco probable, que ya esa falta, no esté contemplada en el referido reglamento.

Pero, a medida que pasa el tiempo, se ha hecho ya popular, la llamada “suspensión”, tanto en la Policía Nacional como en las Fuerzas Armadas, todo, en detrimento de la llamada base que sustenta a esas organizaciones, es decir, la disciplina.

Es por ese tipo de violación, al aplicar los reglamentos internos, que nos encontramos con miembros que han sido suspendidos y sometidos a la justicia ordinaria por infracciones a leyes que son altamente castigables dentro de esos organismos, como el problema de las drogas, contrabando y otras cometidas durante el ejercicio de sus funciones, pero que, al salir absueltos por los tribunales, -como bien es sabido, que una cosa es la verdad jurídica y otra la real- y vuelven a hacer uso del uniforme después de haberlo mancillado.

Es en casos como estos, donde entran a colación, las cizañas introducidas por los políticos y otros tantos juristas teóricos, que, del tema militar o policial, solo conocen -y no muy bien- el uniforme que distingue a cada cual.

Pero estos políticos “honorables”, han jugado con candela y hoy ya, prácticamente, el accionar de la policía y los militares -en gran parte-, han perdido la esencia de su existencia, porque, así como “ellos” manipulan, violan, se auto inmunizan, se blindan y cometen mil diabluras deshonestas, recibiendo solo una “amonestación” y solo después de mucho tiempo y papeleo -si es que sucede-, han arrastrado a otras instituciones con el fin de poder señalar similitudes.

Si en estos momentos, la inmunidad y el blindaje que exhiben los “honorables”, los cuales les han cogido un gusto insaciable, tanto a estos como al dinero, haciéndoles extender más el brazo que la manga, y si estos no son privilegios irritantes e inconstitucionales, entonces no sé qué serán, aún y el órgano que supuestamente vela por el cumplimiento de la Carta Magna, no lo considere así, habría que recordarles a muchos, que ante “ella”, supuestamente, todos somos iguales, pero, en la realidad, esto no es así. ¡Sí señor!

Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
rafaelelpiloto1@hotmail.com

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