En República Dominicana, la Semana Santa no solo se vive en los templos o en las playas: también se saborea en cada cucharada de un postre que despierta emociones, recuerdos y, por supuesto, opiniones encontradas.
Hablamos de las habichuelas con dulce, una tradición culinaria que se ha convertido en símbolo de identidad nacional y que, año tras año, marca la mesa de los dominicanos durante la Semana Mayor.
Este postre, tan criollo como el merengue, se ha ganado su espacio como el sabor que une a la familia. Pero ojo, también divide opiniones. La gran pregunta ¿Con granos o sin granos?
Sí, aunque suene increíble, este dulce provoca discusiones sabrosas entre vecinos, familiares y tuiteros de patio. Hay quienes no pueden imaginarse una cucharada sin sentir los granitos enteros, y otros que no toleran ni una sombra de bultico en su crema perfecta. Y como en todo en este país: depende de dónde seas.

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¿Cómo la prefieren?
Si eres del Sur —hablamos de Azua, San Juan, Barahona, Baní— lo más probable es que te las sirvan con los granos enteritos. Por allá, quitarle los granos es casi como decir que no te gusta la bandera. Es parte de la textura, del sabor, de la tradición.
En el Gran Santo Domingo y la capital, ambas versiones dicen presente y muchas recetas familiares se mantienen fieles a lo clásico. Para muchos capitaleños, los granos son lo que le dan ese “toque original” al postre, mientras que otros, no es una opción.
Dicen que en el Este —La Romana, San Pedro, El Seibo— hay un poco de todo: muchos la prefieren con granos, pero hay flexibilidad. Aquí el debate no se toma tan a pecho.
Ah, pero si vas al Cibao, la historia cambia. En Santiago, La Vega, Moca y zonas aledañas, la mayoría prefiere las habichuelas bien coladas. Lisas, cremositas y sin un solo grumo. Para ellos, eso de estar masticando granos no va. Dicen que así quedan “más finas” y hasta más fáciles de digerir.
Lo que dice cada bando
- Team Con Granos dice que:
- La textura es parte del encanto.
- Así es como las hacían las abuelas.
- Los granos realzan el sabor.
- Team Sin Granos responde que:
- Una crema suave es más elegante y fácil de comer.
- Se ven mejor servidas.
- Los granos sobran y rompen el flow del postre.
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Más que postre, es cultura (y chercha)
Cada año, el debate se enciende como las habichuelas en la olla. Memes, encuestas, hilos en Twitter, debates en WhatsApp… y todo con ese toque de humor dominicano que nunca falta. Porque al final, aunque uno defienda su “versión original” con pasión, todos coincidimos en algo: no hay Semana Santa sin habichuelas con dulce.
Con granos o sin ellos: ¿qué lleva exactamente esta delicia?
Te compartimos los ingredientes tradicionales de las habichuelas con dulce, tal como se preparan en la mayoría de los hogares dominicanos:

Ingredientes básicos:
- Habichuelas rojas, cocidas previamente.
- Leche de coco (opcional).
- Leche evaporada
- Leche condensada (opcional, ideal para endulzar y espesar).
- Azúcar al gusto, especialmente si no se usa leche condensada.
- Canela, para darle ese aroma especiado tan distintivo.
- Clavos dulces, otro clásico del sabor tradicional dominicano.
- Batata, pelada y cortada en trozos medianos.
- Pasas (opcional, pero muy comunes en la receta tradicional).
- Una pizca de sal, para balancear los sabores dulces.
- Esencia de vainilla (opcional).
- Galletitas de leche o mantequilla, que se sirven como acompañante al momento de disfrutar el postre.
Toques adicionales que algunas familias incorporan:
- Nuez moscada (en pequeñas cantidades), para un sabor más profundo.
- Leche regular, si se desea aligerar un poco la mezcla.
- Un chorrito de mantequilla al final de la cocción, para dar brillo y suavidad.
Cada familia tiene su versión, sus secretos y sus ingredientes especiales, pero esta es la base que ha pasado de generación en generación y que sigue endulzando la mesa de los dominicanos cada Semana Santa.
Ya sea con granos, sin granos, con batata, sin pasas o como tú quieras, este postre sigue siendo símbolo de unión, tradición y pura dominicanidad. Así que este año, no importa cómo las prepares… ¡pero que no falten!