Opinión Articulistas

La bandera dominicana

La bandera dominicana

Elvis Valoy

Como muchos reconocen, la historia es el estudio del pasado humano mediante fuentes y análisis crítico. Esta es construida por hombres y mujeres de carne y hueso, y la misma tiene sus momentos especiales.

Cómo negar que el estratega cartaginés Aníbal produjo grandes «metidas de patas» en sus guerras contra Roma; porqué esconder que Napoleón Bonaparte no previó las gélidas temperaturas existentes en Rusia; es harto sabido que Colón pensó que había llegado a Asia en el año 1492.

Las leyendas se erigen poniendo «carne y sentimiento» en la coyuntura. La noche del martes 27 de febrero del año 1844, fecha de nuestra Independencia, al parecer hubo problemas al instante de enhestar la bandera dominicana en la Puerta del Conde.

Durante esa efeméride, que construyó los intersticios de la Patria, algunas personas que estaban convocadas a la cita con el excelso destino de la nación, no acudieron al encuentro, pues creían fracasada la gesta patriota.

Francisco del Rosario Sánchez miraba a su alrededor y sentía la traición de personajes los cuales se acobardaron cuando vieron llegar la hora de la verdad, la cual estaba cargada de testosterona y estrógenos a granel, sin espacio para el miedo.

Cuando se va a «templar el acero», los errores simbolizan el humanismo del acontecimiento. Al parecer a la vanguardia Trinitaria, que había concebido nuestra nacionalidad, a las once de la noche, hora de la proclama, olvidó llevar nuestra enseña tricolor al Conde.

El insigne historiador dominicano Gustavo Mejía-Ricart, en su libro Historia de Santo Domingo, Volumen X, en la página 156, lo describe de la siguiente manera: «Yerran, pues, todos los que han supuesto que fue la bandera nacional de cuarteles alternados, divididos por una cruz blanca la que presidió el nacimiento de la nación dominicana».