¿Qué Pasa?

La leí de un tirón

La leí de un tirón

La leí de un tirón, acción que solo es posible cuando el texto desde sus primeras líneas atrapa al lector para jamás soltarlo hasta tanto no se llega al punto final.

Esta es una obra muy interesante. En la misma se observa desde el diseño de la portada la que considero una aproximación muy exacta para la historia que se narra en la novela, obra del artista Amado Santana, a quien conozco por el gran trabajo a varios de mis libros a través de la Editorial Santuario que preside el también escritor Isael Pérez.

Estamos ante una obra que más que narrar la historia misma de una familia, es la historia de muchas familias que durante la tiranía trujillista se vieron obligadas a vivir bajo una densa sombra de pavor o miedo (recuérdese que la palabra pavor, de acuerdo a lo descrito por el diccionario, se refiere a la sensación que sufre una persona cuando está aterrorizada).

Aquí el título se ajusta para de manera magistral la escritora como dueña y señora del destino que corren cada personaje, nos adentra, como expresáramos al inicio, a una historia que se inicia con la llegada de unos familiares a la residencia de la abuela de la narradora, en la comunidad de San José Adentro.

La llegada de ese convertible, a la comunidad y a esa hora de la noche, como era de esperarse, muy pronto se convirtió en el tema obligado en la zona, lo que provocó el azoramiento de las autoridades del citado campo, quienes por compadreo directo con los personajes principales envueltos en la trama, son lidiados por la autora con cierto cuidado, a tal extremo que por unos instantes la sentimos cómplices de todo aquel entramado cuyo final bien nos resultó sorprendente, pues a decir verdad no lo esperábamos así…..

La historia que se inicia en 1958 fecha en la que la tiranía casi agonizaba, termina varios años después, que es cuando el lector se da cuenta del magistral flash-back utilizado por la veterana escritora, la que por un espacio de tiempo que el lector casi nunca llega a imaginárselo, si no es porque le da una segunda lectura a la obra, nos damos cuenta de que la historia en sí, es una narración que se ha construido en base a los hilos de la nostalgia, la aventura, y las costumbres campesinas-religiosa (pues a lo largo de la obra se percibe un pronunciado sabor con tradición católica), pero sobre todo, y como era lo más natural en los campos de Salcedo, su férrea oposición al tirano Trujillo.

Por ser una novela en donde nos damos cuenta de lo que era vivir bajo una tiranía como la descrita por la autora, según van  aconteciendo los hechos, y a medida que vemos el grado de persecución a unos personajes que a lo mejor huyen de ellos mismos, también el lector y gracia a la envolvente magia de Emelda Ramos, por momentos inimaginable nos sentimos perseguidos por quienes son los persecutores,  lo que aumenta aún más el grado de tensión contra todos aquellos que tuviera un olor a sospecha, como la provocada a la llegada ya bien entrada la noche, de aquellos enigmáticos personajes que a bordo del Ford Thurnderbird convertible, llegaron a la comunidad, ante el azoramiento primero de los habitantes en la campestre casa de “Mamá Justa”, así como del vecindario que muy pronto y a lo mejor,  proliferaron el cuchicheo hasta llegar dicha información del arribo de los ya suspicaces hasta los oídos del alcalde, quien  a pesar de “no darle mucha importancia al asunto”, a lo mejor por la cercanía que tenía con dicha familia, sin embargo, el mismo tenía que rendir el informe ante las autoridades correspondientes.

A medida que se adentra más y más en la obra, el lector se va sintiendo atrapado ante la historia que tiene entre sus manos, y que él mismo tendría que descubrir, lo que como dijéramos antes, llenan a este de una rara sensación, que por momento hasta nos coloca en una especie de trampa en la que la autora trata a como dé lugar de meternos para hacernos creer que bien pudiéramos estar en un callejón sin salida cuando en realidad no es así.

Emelda, como sabia conocedora del movimiento de cada uno de sus personajes, nos lleva por un camino que como dijéramos en líneas anteriores, bien pudiera parecer una trampa pero que de manera magistral y como si fuera un carruaje al estilo viejo oeste, nos saca de ese desierto emocional para encarrilarnos hasta un final que a nuestro modo de ver ha sido muy bien logrado, todo esto, gracia a la magia de un lenguaje llano, entendible pero sobre todo, cargado de valiosas informaciones que nos trasladan a ese pasado que de manera estupenda nos deja con un sabor a la búsqueda de más elementos; dicha sensación solo nos pasa cuando se tiene de frente una trama tan envolvente como la de El pavor llegó en un convertible.