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Los diferentes infiernos

Los diferentes infiernos

José Antonio Torres

La tradición judeocristiana ha dado forma a un infierno que, popularmente, se identifica con un lugar de castigo eterno para las almas de los pecadores.

El infierno, sin embargo, tiene una historia rica y compleja. Sus características representativas cambian según la cultura que le da forma y refleja los principios y valores sobre los que esa cultura se sustenta.

Aunque en las tradiciones religiosas de origen cristiano el término infierno alude a esa esfera de castigo en la que las ánimas de los pecadores difuntos pagan por los desmanes y crímenes cometidos en vida, lo cierto es que la etimología del término en forma latina proviene de inferus, que es algo así como inferior o subterráneo.

Sin embargo, en el catecismo de la Iglesia católica se afirma su existencia y su eternidad como lugar adonde las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden inmediatamente después de la muerte para sufrir  el fuego eterno.

Recientemente, el papa Francisco y algunos teólogos no lo consideran un lugar sino un estado de sufrimiento. En contraste con el infierno, otros lugares de existencia después de la muerte pueden ser neutros.

La asociación entre mundo infernal y castigo o sufrimiento no es común a todas las culturas. En la Mesopotamia antigua, por ejemplo, todos los difuntos terminaban en el infierno, con independencia de la justicia o la iniquidad con la que se hubiesen conducido en vida.

Mientras en la tradición hebrea, el infierno era un lugar hecho de sombras y silencio del que resultaba imposible salir, y sus habitantes espectrales tan solo lograban mitigar su hambre y su sed a través de las ofrendas de pan y agua ofrecidas periódicamente por sus familias.

Con «La divina comedia», Dante Alighieri,  enriquece la visión de los territorios infernales de un modo tal que su influencia  aún resuena en nuestros días, ya que se trata de un heredero de viajeros del infierno entre los que se cuentan el fantasma de Enkidu que describe el mundo de ultratumba a Gilgames y Orfeo, que intenta rescatar de las fauces a Eurídice.

Los infiernos, por tanto, no solo materializan a través de las artes y las letras lo que hay más allá de la muerte, sino que también ayudan a vivir conforme a las reglas sociales y a entender la posición que ocupa el ser humano en la sociedad donde habita.

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