La crisis de Venezuela tras las elecciones del 28 de julio va mucho más allá del fraude en las urnas en que al parecer incurrió el presidente Nicolás Maduro para mantenerse en el poder. El conflicto ha evidenciado la división de la izquierda y la extinción del sectarismo que ha caracterizado a sus representantes con el reclamo, al menos de los líderes más prominentes, de la divulgación de las actas que sustentan el supuesto triunfo de Maduro.
Salvo casos tan intrascedentes como los del nicaragüense Daniel Ortega y el cubano Miguel Díaz Canel, gobernantes de tanto peso como el brasileño Lula da Silva, el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el chileno Gabriel Boric y el colombiano Gustavo Petro, si bien no han reconocido la victoria del candidato opositor Edmundo González Urrutia, han coincidido con Estados Unidos en cuanto a la necesidad de la presentación de las actas de votación para despejar el panorama electoral de Venezuela.
En otros tiempos esa izquierda que hoy se muestra tan racional y comprometida con los valores de la democracia estaría haciéndole coro a la propaganda de Maduro en cuanto a que el supuesto fraude no es más que presión del imperialismo yanqui y grupos fascitas para desalojarlo del poder y apoderarse del petróleo y de los recursos de Venezuela. Si a la fecha el mandatario no ha presentado las actas que avalan su alegada victoria es porque no puede presentarlas y la razón por la que se ha decantado por la caza de fantasmas y pretextos inverosímiles como el hackeo desde Macedonia Norte del sistema de cómputos.
También te podría interesar: Pinta diferente
Y si los presidentes de Brasil, México y Colombia han optado por una mediación es porque saben perfectamente que la oposición, como dijo Estados Unidos, ganó las elecciones. El objetivo es conseguir que Maduro, quien para colmo había advertido que retendría el poder a las buenas o a las malas, reconozca su derrota a cambio de garantías, que pueden incluir algún tipo de inmunidad o un exilio dorado para él y sus más cercanos colaboradores.
Si con todo lo arriesgado que supone en una atmósfera caldeada Washington se atrevió a declarar que la oposición ganó las elecciones es porque las pruebas con que cuenta son irrefutables. Tal vez con su propia ayuda, nada se puede descartar, la oposición pudo clonar las bases de datos del registro electoral con todos los habilitados para ejercer el sufragio y crear una aplicación para subir las actas una por una en un servidor seguro para resguardarlas y verificarlas en línea. Los mediadores tienen que conocer esa información para no avalar la victoria ni hacerle el juego a Maduro y en su lugar advertir que cualquier salida a la crisis pasa por el examen de las papeletas.