A pesar del acuerdo para superar la crisis que captó el interés de la opinión pública, en la Cámara de Cuentas todavía persiste un mal de fondo. El acuerdo no fue unánime.
Lo rubricaron el presidente y otros dos de los cinco miembros con el propósito de superar el cuello de botella que se asegura ha paralizado la entidad.
Se afirma que el impasse tiene que ver con viejas auditorías a cuya revisión se oponen algunos miembros bajo el alegato de que con la acción se violaría la continuidad del Estado.
El acuerdo, que fue firmado por el presidente Janel Ramírez y los miembros Mario Andrés Burgos y Elsa Peña Peña, contempla otras acciones, entre las que se destacan la depuración de la estructura burocrática. La trascendencia del acuerdo está en que las decisiones en el organismo las adopta el pleno por mayoría simple.
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La vicepresidenta Elsa Catano Ramírez y Tomasina Tolentino de Mckenzie no suscribieron el convenio sin explicar los motivos, lo que ha dado lugar a más especulaciones.
El caso de la Cámara de Cuentas tendrá que aclararse porque es obvio el mal de fondo que afecta su imagen y actividades. Y que tal vez es el propósito.
