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Más pudo el amor

Más pudo el amor

Pedro Pablo Yermenos

El padre, exiliado por los estragos de la guerra en Europa percibió, desde sus primeros años, el talento inmenso que poseía su hija. Afanado por desarrollarlo, se dispuso a hacer lo posible porque no siguiera los pasos naturales de la mujer de su época: Casarse apenas transitar la adolescencia y dedicarse a faenas propias del hogar.

Ese no era el destino que aspiraba para quien  visualizaba como profesional exitosa en el área que quisiera incursionar.

 Las demostraciones en diversos aspectos de su descendiente avalaban el propósito paterno. La jovencita se destacaba en todo lo que hacía. Recitaba sin auxilio las más complejas poesías. Escribía con caligrafía preciosa y ortografía perfecta.

Notas excelentes. Sus profesores quedaban atónitos por sus destrezas sin importar el campo del conocimiento. Su capacidad de razonamiento desbordaba lo esperable a su corta edad.

 El papá, en medio de su ilusión por las buenas expectativas, descubrió un riesgo inminente que le llenó de pavor. Era evidente que el embrujo del amor empezaba a apoderarse de la mente y corazón de aquella con quien tantos planes había concebido.

 Excelente el muchacho que trastocaba la acostumbrada dedicación de ella a los asuntos que hasta ese momento atraían su atención.

Pero de características muy distintas a su pretendida. Desinteresado por los estudios. Apasionado con las duras tareas agrícolas, lo que le permitía vislumbrar al posible suegro, precisamente el desenlace que quería eludir para su prometedora hija.

La realidad trazó otro camino

La decisión la tomó sin vacilar: Hablaría con su amigo coterráneo para que recibiera su hija en la capital y la inscribiría en el instituto de señoritas Salomé Ureña de Henríquez. Pese a que el año escolar estaba iniciado, al final del mismo fue quien obtuvo las mejores calificaciones. Eso fue logrado, no obstante sus pensamientos deambular más por su pueblito natal que en la gran ciudad.

 En eso, ocurrió un suceso inesperado. La muerte sorprendió a su madre con apenas 49 años y su viudo quedó con 6 hijos, todos con menos de 18. Ella no lo dudó. Ese acontecimiento sería el fundamento de lo que comunicaría a su padre. Regresaba para contribuir en la crianza de sus hermanitos.

El papá no pudo ocultar la frustración ante la segunda mala noticia que le llegaba en pocos días. En efecto, unos meses después, su tesoro estaba sumergido en la oscuridad de una finca de imposible acceso cuando llovía, atendiendo los requerimientos de su marido agricultor.