Desde hace algunos años, por puras razones biológicas, el tiempo ha pasado a tener un protagonismo particular en mis pensamientos, por lo que procuro leer todo lo que esté a mi alcance sobre tan compleja cuestión.

Pero ahora me interesa definir qué papel juega el tiempo en la actividad política de nuestro país en un momento en el que la instantaneidad se ha apoderado de la vida individual y social.

El tiempo en política tiene su propio orden. Todo es efímero, nada tiene perdurabilidad, ni las personas ni los programas.

La aceleración del tiempo, si bien sea una impresión, todo lo domina. Y para la política, nunca dada a la reflexión ni al sosiego, ese actuar momentáneo nubla nuestra visión de futuro, a veces hasta cegarla por completo.

Con la oficialización de la precampaña se abre la compuerta del populismo a partidos y aspirantes que anegan el cerebro de los electores con torrentes de promesas.

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El pasado domingo vi con buenos ojos que mi amigo Guido Gómez Mazara lanzara sus aspiraciones a la candidatura presidencial por el PRM, aunque sin posibilidades reales de ganarla, pero eso es parte del juego de la democracia y un derecho que le asiste como militante de esa organización.

En su discurso recordó la socialdemocracia como ideología y la base del pensamiento político del extinto líder José Francisco Peña Gómez.

A pesar de ser un buen discurso, la realidad es que no provocará la motivación suficiente para volcar la intención de voto de las bases del PRM.

Sin embargo, pienso que Guido es un activo político que el partido oficialista debe conservar, por lo que debe haber algún tipo de mecanismo interno en el que se le permita participar a todos los aspirantes a la candidatura presidencial.
En un hecho que en cualquier escenario interno el presidente Abinader saldrá ganancioso, pero esa ventaja no debe usarse para violentar los procedimientos democráticos ni avasallar al contrario.

Sin dudas que la candidatura de Guido servirá para fortalecer el proceso interno y legitimar la repostulación del presidente Abinader.