La renovada ofensiva de Rusia contra Ucrania, con misiles y bombardeos, pone de manifiesto la necesidad de acelerar las negociaciones para explorar un alto al fuego.
Tras el devastador terremoto en Turquía y la tensión entre Estados Unidos y China es obvio que el panorama se ha tornado más complejo, pero sin cerrarse las posibilidades de un entendimiento para detener las matanzas y destrucciones.
No se sabe cuántas personas han muerto ni la cuantía de los daños materiales causados por una guerra que el día 24 cumple un año sin vencidos ni vencedores.
Mientras Occidente ha abastecido a Ucrania de armamentos e impuesto sanciones económicas a Rusia, el presidente de este país ha llegado al colmo hasta de amenazar con utilizar armas atómicas si es necesario antes que salir derrotado.
El recrudecimiento de los bombardeos en distintas zonas de Ucrania representa un llamado a la comunidad internacional para buscar por lo menos un cese al fuego.
Más todavía cuando los ucranianos, lejos de capitular, ofrecen una feroz resistencia a las fuerzas invasoras. La diplomacia debe activarse para evitar más muertes y más daños antes de que sea demasiado tarde.