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Orto-escritura

Orto-escritura

Josanny Moní, Ceferino Moní, Rafael Peralta Romero y Abril Troncoso, en la presentación del libro Anécdotas puramente micheras.

Otras reflexiones sobre el libro de anécdotas

La anécdota es la sustancia activa de la obra literaria narrativa, como el cuento y la novela. De ella se valen -nos valemos- los autores para dar sustento y gracia a su creación, que no obstante ser ficción no puede prescindir de los modelos que ofrece la realidad.

En su libro Anécdotas puramente micheras, el profesor Ceferino Moní cuenta la historia del hombre que vendía cocos de agua sin tener plantación de cocoteros, hasta que un día le salieron unas máscaras en la finca donde recogía el producto no sembrado por él. Esa misma anécdota sirvió de base a mi cuento La máscara cimarrona, incluido en el libro Punto por punto.

La historiografía científica se ampara mayormente en el análisis y valoración de los hechos y documentos y no presta gran importancia a la anécdota. Digo esto a riesgo de que me rebata el historiador Alejandro Paulino Ramos, buen amigo, quien dice otorgar a la anécdota e incluso a las obras de ficción (cuento y novela) la importancia que tienen para escribir la historia. Hay conexión innegable entre lo anecdótico y lo histórico.

Este libro   representa un trozo de la historia de Miches, la historia vista con buena cara y disposición de reír hasta con los hechos negativos.  Los dominicanos hemos atribuido al pueblo de México que canta sus penas y llora sus alegrías, pero más bien somos nosotros quienes gozamos con nuestras desgracias y cantamos y bailamos nuestras penas.

La anécdota es parte esencial de la vida cotidiana y a diario se producen cientos de situaciones anecdóticas, pero el pueblo le aplica colador para quedarse con las que por su contenido deben perdurar. La política, la sexualidad y el trabajo son fuentes apreciables de la anécdota, pero una cosa salta a la vista -o quizá al oído- y es que no todos los políticos han sido tan propicios para la anécdota como Ulises Heureaux, Rafael Trujillo y en menor medida Hipólito Mejía.

Algunas personas asumen en la vida un rol de personajes, como los sujetos de ficción creados por cuentistas, novelistas, guionistas de cine  y dramaturgos. En los personajes lo más importante es la caracterización, por eso los escritores agudizan determinados rasgos de ellos. Don Quijote, por ejemplo, es idealista, justiciero, enamorado, inteligente y flaco, mientras Sancho es tosco, ordinario, comelón y gordo. Algunos individuos reales se comportan como personajes de ficción y por eso sus acciones se tornan en acciones dignas de ser contadas y su alcance dependerá del escenario en que se desenvuelve el personaje: el mundo, un país o un pueblo.

Las anécdotas compiladas por Ceferino Moní tienen como escenario un pequeño pueblo. Estoy seguro que con esta obra el autor hace un aporte importante al conocimiento de la idiosincrasia de su pueblo -nuestro pueblo- y contribuirá a que nos conozcamos mejor como comunidad.

El carácter local contribuye a formar el carácter nacional, y la anécdota, por lo que expresa de la realidad social, favorece la caracterización de una fracción de patria, digamos así, sirve también a la identificación de los rasgos del carácter nacional. Por eso este libro representa una ayuda valiosa para el conocimiento de la fisonomía del pueblo dominicano.

Ojalá que este libro se convierta en suvenir (recuerdo) para quienes visiten Miches, cuyo número de visitantes será cada día más amplio. Todo turista quiere y necesita llevar algo propio del lugar visitado. Vale recordar que el libro es la mercancía más fácil de llevar, la que más distingue a quien la regala y la de más apreciable duración.

Saludemos esta iniciativa del profesor Ceferino Moní y pongamos atención al libro Anécdotas puramente micheras. El esfuerzo lo merece.