Con más experiencia y recursos el Gobierno está en mayor capacidad de lidiar con la desafiante ola de la variante ómicron que tanta incertidumbre ha generado en la población. Como ocurrió en las fiestas navideñas de 2020, en los festejos de 2021 el número de contagiados se disparó tanto aquí como en todas partes por la propagación, en esta ocasión de la nueva cepa.
Es inevitable que el virus torne brumosas las perspectivas de este año que comienza, aunque los efectos sean menos letales y el período de contagio más reducido en comparación con variantes como la delta. Pero el éxito en la lucha contra la pandemia estará sujeto a la determinación con que las autoridades asuman la batalla sanitaria.
En ese proceso la vacunación es fundamental al menos para paliar los efectos del contagio. Exigir la tarjeta de vacunación, obligar al uso de mascarilla y a respetar el protocolo no son necedades, son medidas necesarias para evitar un retroceso en la lucha contra la enfermedad.
Las fiestas ratificaron que los controles son un requisito sine qua non para contener la propagación del virus. El Gobierno, que tanto éxito ha tenido en la vacunación y la lucha contra la pandemia, sabe que no se puede dormir en sus laureles. Y que la recuperación de la economía, y sobre todo del turismo, está ligada a la batalla contra la covid y todas sus variantes. Sin que nadie se llame a engaño, la suerte está echada.
