El crecimiento del parque vehicular constituye un gran desafío para la regulación y ordenamiento del polémico sector transporte.

El espacio se torna cada vez más reducido para un parque que cuenta con 5,463,996 registrados, de los cuales 3,063,704, o sea el 56.1%, corresponde a motocicletas.

Estas unidades constituyen la principal fuente de accidentes de tránsito, no tanto por su elevado número sino por la temeridad de sus conductores.

Pero con un parque tan numeroso de diferentes tipos de unidades es obvio que calles y ciudades tienen que estar congestionadas, además de expuestas a la contaminación.

Las autoridades no han dado todavía con la fórmula, al menos en cuanto a aplicación, para ordenar el tránsito, caracterizado por la anarquía. Por el riesgo que plantea para la seguridad y la salud el elevado número de unidades las autoridades tienen que abordar una evaluación para sacar de circulación a las que no reúnan condiciones mecánicas.

Pero también para despejar las vías de chatarras que no hacen más que entorpecer el tránsito.

Con esas decisiones se impone una mejoría del transporte colectivo, que evite que la gente tenga que contemplar algún medio propio para garantizar su desplazamiento.

Rayaría en el cinismo ver la inmensa cantidad de unidades, que desborda la capacidad de los espacios, como un signo de prosperidad antes que de necesidad.