Opinión Editorial

Para reflexionar

Para reflexionar

El gobierno del presidente Donald Trump anunció ayer que congelará US$2,200 millones de dólares en subvenciones a la Universidad de Harvard porque sus autoridades rechazaron eliminar sus programas de diversidad, equidad e inclusión, las contrataciones basadas en mérito, así como reducir el poder o autoridad del profesorado.

Ante la negativa del presidente de Harvard, Alan Garber a las exigencias formuladas por el “grupo de trabajo contra el antisemitismo”, de la Casa Blanca, el presidente Trump amenazó también con suspender la exención de impuestos a esa academia.

La comunidad académica y científica de Estados Unidos muestra profunda preocupación por la ofensiva de Washington contra la institución de educación superior más antigua de la Unión Americana, fundada el 28 de octubre de 1636, y nombrada en honor a su primer benefactor, el clérigo John Harvard.

El titular de esa universidad dijo que las demandas de Washington, que incluyen prohibir el uso de mascarillas en las protestas que se escenifiquen en el campus universitario y autorizar a guardianes privados a apresar a estudiantes, cruzaban líneas rojas de la libertad académica e interferencia política, que tildó de “ilegales e inadmisibles”.

Esta historia de intolerancia ha sido la respuesta a manifestaciones estudiantiles en varias universidades estadounidenses en demanda del cese al fuego en la franja de Gaza, lo que el gobierno de Trump considera brote universitario de antisemitismo, que requiere ser reprimido o eliminado.

Un portavoz de la Casa Blanca dijo que el gobierno trabaja para poner fin “al antisemitismo desenfrenado” garantizando que el dinero de los contribuyentes federales no financie el apoyo de Harvard a “la discriminación racial peligrosa ni a la violencia por motivos raciales”.
Aun ante la amenaza de retirar financiamientos federales a una de las más prestigiosas universidades del mundo, Garber afirmó que “ningún gobierno, independientemente del partido en el poder, debería dictar qué pueden ensenar las universidades privadas, a quiénes pueden admitir y contratar, y qué áreas de estudio e investigación pueden desarrollar”.

La intensa presión que impulsa el gobierno de Trump sobre las instituciones de educación superior de Estados Unidos, y la firme posición de Harvard, debería servir de reflexión para docentes y académicos dominicanos que, gracias a un sólido espacio democrático, ejercen plena libertad de cátedra, investigación y extensión.

El Nacional

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