El Gobierno no acaba de dar, en honor a la verdad, con una fórmula efectiva para garantizar la seguridad ciudadana, pero hay que reconocer que tampoco ha dejado de intentarlo.
Es posible que se haya errado con la creación de las múltiples expectativas en cada uno de los proyectos que se anuncian para la protección de la sociedad, las familias y las propiedades.
Además de la reforma de la Policía de lo que tanto se ha hablado, ahora se ha vuelto a anunciar otro programa para reforzar la seguridad ciudadana, al tiempo de proyectarse una reducción para este año de la tasa de homicidios a 11.85 por cada 100 mil personas.
La criminalidad y la delincuencia, considerados entre los principales males que golpean al país, han sido implacables. Esa realidad ha incidido de alguna manera en la decisión del Gobierno de reforzar el Plan de Seguridad Ciudadana con la creación de una unidad especializada para proteger a los taxistas y evitar la importación de armas de fuego por las aduanas.
También para proteger a los ciudadanos que tengan terrenos y otros bienes muebles e inmuebles. Bien que se entienda la seguridad como un desafío.
